Fundación Naturgy ha presentado hoy el documento ‘El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) de la UE’, elaborado por Compass Lexecon, en el que se repasan los principios económicos, los impactos a esperar y las cuestiones pendientes del CBAM. A través de un repaso de la historia y los principios que han llevado hasta el mecanismo actual, los autores plantean cuáles son los puntos importantes que abordar para la fase de implementación (2026-2034) en un contexto en el que la competitividad de la industria europea está considerada prioritaria.
El Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM por sus siglas en inglés), adoptado en 2023 por la Unión Europea, proporciona un marco mejorado para abordar la fuga de carbono ante el riesgo de la deslocalización de actividades industriales a países donde no se tiene que pagar un precio del carbono. Hasta la fecha, el riesgo de fuga de carbono se ha mitigado mediante derechos de emisión gratuitos y la compensación indirecta de los costes de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), por lo que el CBAM nace para sustituir estos dos sistemas y a la vez incentivar a los productores de terceros países que exportan a la UE a adoptar tecnologías bajas en carbono, mediante la ampliación de la cobertura de los precios del carbono a las mercancías producidas en otras jurisdicciones y destinadas a ser importadas a la UE.
El CBAM obligará a que ciertos bienes que se importan a Europa estén sujetos a un impuesto fronterizo basado en una estimación de su contenido de carbono y el precio del carbono del Régimen de comercio de derechos de emisión de la UE (RCDE), para igualar las condiciones en términos de coste de las emisiones entre la producción interna y las importaciones, garantizando que se implemente el principio de que «quien contamina paga» para las industrias en riesgo de fuga de carbono y, por lo tanto, incentivar la descarbonización de los productores de fuera de la UE que deseen vender en Europa. Por otra parte, el CBAM también busca contribuir a un marco de políticas estable y seguro para las inversiones en tecnologías bajas o nulas en carbono, a la vez que minimiza el riesgo de que se eluda la medida.
Para los autores del documento, económicamente, los principios detrás del concepto del CBAM tienen mucho sentido, ya que reflejan la idea de «quien contamina paga», pero la implementación del mecanismo plantea una serie de problemas y desafíos complejos.
Para los analistas de Compass Lexecon, el éxito del mecanismo dependerá de algunas normas de implementación que aún están por definir, entre las que destacan:
- Costes de carbono que afectan a las exportaciones. El CBAM está diseñado para abordar los riesgos de fuga de carbono relacionados con el consumo interno y las importaciones, pero no proporciona un mecanismo para compensar las diferencias en los costes de producción de las exportaciones. Las mercancías producidas en Europa, expuestas a los costes del RCDE de la UE y destinadas a exportaciones globales, pueden pagar un precio del carbono más alto que sus competidores extranjeros. Esto crea un riesgo de fuga de carbono, ya que la disminución de la competitividad exportadora amenaza la viabilidad económica de la producción local para sectores industriales donde las exportaciones representan un mercado esencial, por ejemplo, para alcanzar una economía de escala.
- Reorganización de los flujos comerciales. La introducción del CBAM puede dar lugar a una reorganización de los flujos comerciales con socios comerciales extranjeros que impediría que el mecanismo fuera eficaz en prevenir la fuga de carbono. Por ejemplo, productos con menor emisión de carbono de un país podrían redirigirse hacia el destino con los costes de carbono más altos, es decir, la UE. Esto socavaría la eficiencia del sistema CBAM, ya que no se llevarían a cabo nuevas actividades de reducción de emisiones, dado que los productos con mayor intensidad de carbono simplemente se redirigirían hacia países no pertenecientes a la UE. Además, los productores europeos de mercancías complejas que no están cubiertas por el Mecanismo, -pero que dependen total o parcialmente de materiales cubiertos por el CBAM-, tendrían que asumir costes de componentes más altos debido al RCDE aplicado internamente y los cargos del CBAM en la frontera, en comparación con sus competidores extranjeros. Por lo tanto, las empresas de la UE podrían verse incentivadas a importar directamente mercancías complejas, en lugar de importar componentes sujetos al CBAM y posteriormente fabricar dichas mercancías en la UE.
- Compensación del coste de las emisiones indirectas. Las normas previstas para calcular las emisiones indirectas asociadas a la electricidad utilizada en la fabricación de mercancías cubiertas por el CBAM generan un riesgo de competencia desigual entre las mercancías europeas y las extranjeras. El cálculo de las emisiones indirectas implícitas en las mercancías extranjeras podría utilizar un contenido medio de GEI en la electricidad de cada país. Sin embargo, el contenido de GEI reflejado en los precios de la electricidad en Europa es el resultante de la producción de una unidad marginal. Como consecuencia, los productos extranjeros podrían verse favorecidos en comparación con los productos europeos, ya que el contenido promedio de GEI suele ser menor que el derivado de la producción de una unidad marginal.
Finalmente, el considerable grado de incertidumbre que persiste sobre los detalles de las normas del CBAM podría, por sí misma, disuadir inversión y contribuir al problema de la fuga de carbono. El documento recoge las dudas respecto a la compatibilidad del CBAM con las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en función de algunas normas de aplicación específicas. La aplicación del CBAM también pone el foco en algunos problemas bien conocidos relacionados con las políticas climáticas y el desarrollo. Por ejemplo, el CBAM podría tener un gran impacto negativo en países menos desarrollados que venden sus exportaciones en gran medida a la UE, en comparación con otros países más desarrollados.
Fundación Naturgy
Fundación Naturgy tiene, entre sus líneas de actuación, transferir conocimientos especializados sobre las nuevas tecnologías energéticas y las claves de la transición hacia un sistema de energía más sostenible, así como divulgar valores de preservación del medio ambiente y el consumo responsable de energía. Creada el año 1992 por la compañía energética, también desarrolla programas de acción social, incidiendo especialmente en actuaciones destinadas a paliar la vulnerabilidad energética, un programa educativo referente en materia de energía, así como formación profesionalizadora para la mejora de la empleabilidad en el sector y contribuir a la promoción del empleo verde.