Digitalización de las redes eléctricas de distribución: retos y oportunidades

Por Rafael Cossent, investigador del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia Comillas

El equilibrio en el despliegue de tecnologías digitales requiere el marco legislativo y retributivo que fomente dicha transformación

La transición energética requiere instalar elevados volúmenes de generación eléctrica renovable y una mayor electrificación de la demanda energética, gran parte de ellos conectados a la red de distribución.  La digitalización de estas redes es esencial para lograr una integración eficiente de las mismas. Sin embargo, este proceso de digitalización aún es incipiente y ha de hacer frente a desafíos de diversa índole.

Desde el punto de vista de las tecnologías de la información y las comunicaciones, pueden identificarse cuatro grandes tipos de retos:

  1. Alcanzar una adecuada conectividad mediante una infraestructura de comunicaciones adaptada a los servicios requerido
  2. Lograr la interoperabilidad entre equipos y sistemas tanto de la red como entre los vinculados a las comunicaciones entre la distribuidora y otros agentes
  3. Procesar y gestionar grandes volúmenes de información manteniendo la seguridad del dato
  4. Salvaguardar altos niveles de ciberseguridad atendiendo a la integración de nuevos equipos y sistemas con los tradicionales, la coordinación entre tecnologías OT e IT, o la integridad de los equipos de terceros conectados a la red.

Otro desafío relevante es cómo medir el grado de digitalización de un sistema de distribución, función asignada a los reguladores nacionales en la Directiva Europea sobre el mercado interior de la electricidad.

El informe “La digitalización de las redes eléctricas de distribución. Indicadores e inversión” propone cerca de 20 indicadores orientados a cuantificar la digitalización de la red, clasificados en cuatro grupos: sensores y actuadores, conectividad, procesamiento de datos, y cultura digital. Esta lista permite comparar entre sí empresas de muy diferente tamaño al emplear valores normalizados. Asimismo, representa una propuesta pragmática, al basarse en información fácilmente disponible y objetiva. No obstante, su implantación no estría exenta de dificultades asociadas a asimetrías en disponibilidad de información, aceptación de los agentes, validación y auditoría.

Diferentes estudios indican que son necesarios grandes volúmenes de inversión significativos en red, donde la digitalización ha de tener un peso creciente. No obstante, una red completamente digitalizada no es viable, sino que toda inversión en digitalización ha de aportar valor en términos de eficiencia, fiabilidad del suministro, y/o sostenibilidad medioambiental. Alcanzar un equilibrio en el despliegue de tecnologías digitales requiere el marco legislativo y retributivo que fomente dicha transformación. Algunas recomendaciones para lograrlo son:

  • Fomentar una utilización eficiente de la red existente mediante la publicación de la capacidad disponible para generación y demanda, implantación del acceso flexible y otros mecanismos de flexibilidad.
  • Eliminar barreras a la extensión de red y mejorar la coordinación entre agentes, reguladores y administraciones para evitar cuellos de botella.
  • Eliminar sesgos en el marco retributivo que favorecen las inversiones convencionales frente a la flexibilidad y la digitalización.
  • Revisar los límites a la inversión ligados al PIB, explorando fórmulas alternativas que permitan equilibrar la contención de los peajes con las necesidades de inversión impulsadas por la electrificación y la descarbonización.

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